La violencia se recrudece en El Salvador. De la tregua entre pandillas iniciada en 2012 con la aceptación tácita (nunca oficial) del Gobierno y respaldada por la OEA y la iglesia, no queda nada. Duró 15 meses, periodo en que la tasa de homicidios bajó de 15 a cinco asesinatos diarios, si bien no cesaron la extorsión y el secuestro. Desde principios de 2014, en medio de un crispado ambiente de opinión conservadora contra el diálogo con las bandas, el gabinete izquierdista del anterior presidente, Mauricio Funes, fue cambiando de actitud con respecto al proceso de pacificación y bloqueó los mecanismos con que lo facilitaba, principalmente permitir encuentros en la cárcel entre líderes pandilleros. Hoy, roto el escenario de tregua, la situación se agrava. Marzo fue el mes más violento en lo que va de siglo con 481 asesinatos, las extorsiones a empresarios aumentan y preocupa lo que pueda desencadenar la nueva estrategia de mano dura contra las pandillas. El ejemplo: la sangría de este último fin de semana.
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